En este sitio encontrarás algunas de las terapias naturales que puedes utilizar para restablecer el equilibrio de tus chakras .
Por eso que consideramos de gran interés el conocimiento de los mismos
Los Chakras
¿Qué es un chakra?
Chakra significa "rueda" en sánscrito. Los vedas utilizaron este término para denominar los centros energéticos del cuerpo humano. Hay siete chakras principales y varios secundarios que corresponden con los puntos de acupuntura. Cada uno de ellos se asocia con alguna de las glándulas endocrinas dentro del cuerpo físico.
Estos centros se extienden en forma de remolinos por el campo energético que rodea el cuerpo físico y está compuesto por capas sucesivas de energía que vibran a frecuencias cada vez más elevadas. Cada uno de los chakras tiene una parte frontal y una parte posterior, excepto el primero y el séptimo. Todos ellos están unidos por un canal energético que corre a lo largo de toda la espina dorsal.
Funciones principales de los chakras:
Revitalizar cada cuerpo aural o energético y con ello el cuerpo físico;
Provocar el desarrollo de distintos aspectos de la autoconciencia, pues cada chakra está relacionado con una función psicológica específica; y
Transmitir energía entre los niveles aurales ya que cada capa progresiva existe en octavas de frecuencia siempre crecientes.
Cuando el funcionamiento de los chakras es normal, cada uno de ellos estará abierto, girando en el sentido de las manecillas del reloj para metabolizar las energías particulares que necesita del campo de energía universal (energía que también se ha llamado chi, prana u orgón). Cuando el chakra gira en sentido contrario a las agujas del reloj, la corriente fluye del centro hacia fuera, con lo que interfiere el metabolismo. Por tanto, se dice que el chakra está cerrado o bloqueado a las energías que llegan.
La mayoría de las personas tienen tres o cuatro chakras que giran en sentido contrario en un momento determinado. Como los chakras no sólo son metabolizadores de la energía, sino que también la detectan, sirven para proporcionarnos información sobre el mundo que nos rodea. Si bloqueamos algún chakra, no dejamos que entre la información. Por tanto, cuando nuestros chakras fluyen en sentido contrario a las agujas del reloj, hacemos salir nuestra energía enviándola al mundo, detectamos la energía que hemos enviado y decimos que eso es el mundo. Es lo que en psicología se llama proyección.
La realidad imaginaria que proyectamos al mundo guarda relación con la "imagen" que nos hemos formado de aquél a través de nuestras experiencias infantiles, a través de la mente del niño que fuimos. Dado que cada chakra está relacionado con una función psicológica específica, lo que proyectamos a través de cada uno de ellos estará dentro del área de funcionamiento de dicho chakra y será algo muy personal, ya que la experiencia vital de cada persona es única.
PRIMERO
Energía física y voluntad de vivir.
Localización: En el perineo, entre el ano y los genitales.
Glándulas: Corticoadrenales
Está relacionado con la cantidad de energía física y el deseo de vivir en la realidad física. Es el emplazamiento de la primera manifestación de la fuerza vital en el plano físico.
SEGUNDO
Localización: Genitales, matriz.
Glándulas: Gónadas
SEGUNDO FRONTAL (centro púbico): Capacidad de dar y recibir amor y placer en una relación de pareja.
Está relacionado con la calidad del amor hacia la pareja que puede tener la persona.
TERCERO
Autoestima, acción, vitalidad, placer y extroversión, sabiduría espiritual y conciencia de la universalidad de la vida y del propio sitio dentro de ella.
El centro del plexo solar es muy importante en lo que se refiere a la capacidad de conexión humana. Cuando nace un niño se mantiene un cordón umbilical etéreo conectado entre él y su madre. Estos cordones representan una conexión humana. Cuando una persona crea una relación con otro ser humano, crecen cordones entre sus respectivos chakras del plexo solar. Cuanto más fuertes son las conexiones entre ambas personas, mayor fuerza y número tendrán esos cordones. En los casos en que se está terminando la relación, los cordones se van desconectando lentamente.
CUARTO
Localización: Corazón.
Glándulas: Paraganglios supracardiacos / Timo
La apertura de este centro es directamente correlativa a la merma del ego, pues es el centro a través del cual amamos; a través del cual fluye la energía de la conexión con toda forma de vida. Cuanto más abierto está este centro, mayor es nuestra capacidad de amar un círculo de vida cada vez más amplio. Cuando este centro se halla en funcionamiento, nos amamos a nosotros mismos y a nuestros hijos, cónyuges, familiares, animales domésticos, amigos, vecinos, compatriotas y extranjeros, a todos nuestros semejantes y a todas las criaturas de la tierra.
QUINTO
Localización: Garganta
Glándulas: Tiroides / paratiroides
El quinto chakra es el centro del sonido, la vibración y la autoexpresión. Es el dominio de la consceincia que controla, crea, transmite y recibe las comunicaciones, tanto con nuestra sabiduría interna como con los demás. Entre sus atributos figuran el escuchar, el hablar, el canto, la escritura y todas las artes que tienen que ver con el sonido y la palabra. Es también el centro de la creatividad dinámica, la clariaudiencia y la telapatía, pues la comunicación es una clave esencial para acceder a los planos internos y poder utilizar nuestros niveles mentales multidimensionales.
SEXTO
Capacidad para visualizar y entender conceptos mentales.
El centro de la frente está relacionado con la capacidad de visualizar y entender conceptos mentales. Esto incluye los conceptos del mundo y del universo de la persona, o la forma en que considera al mundo y las probables respuestas que éste le dará.
SÉPTIMO
Integración de la personalidad total con la vida y los aspectos espirituales de la humanidad.
Está relacionado con la conexión de la persona con su espiritualidad y con la integración de todo su ser, físico, emocional, mental y espiritual.
Qué hacer
En primer lugar, siéntate y relájate. Deja que se vaya el estrés del día y date tiempo para experimentar una verdadera paz. Muestra tu deseo firme de ir más allá de tu pensamiento y libérate de toda preocupación y sentimientos negativos.
A lo largo del ejercicio, colocarás tu mano derecha sobre diferentes chacras o centros de energía en el lado izquierdo de tu cuerpo, y te pondrás en contacto con tu energía Kundalini, que es la energía maternal que hay en ti. Estos pasos despetarán tu Kundalini y la ayudarán a ascender a través del sistema sutil, hasta subir por encima de la cabeza, donde te conecta con la energía omnipresente que nos rodea. Cuando esto sucede, experimentas tu autorrealización, donde te haces consciente de tu verdadero ser: el Espíritu.
Deberías tomarte este ejercicio como un experimento, adoptando una actitud abierta y no enredándote en análisis y preguntas. Se trata, pues, de hacerlo y luego, al finalizar, comprobar sus resultados. También es necesario comentar que cuando te hagas las preguntas interiormente no hay que esperar una respuesta mental, sino simplemente lanzar la pregunta y dejar que la energía reaccione como tenga que hacerlo.
Comenzamos...
Siéntate en una silla con la espalda recta pero cómoda, los pies sobre el suelo y ligeramente separados y tus manos sobre las rodillas con las palmas hacia arriba.
Paso 1
Coloca tu mano derecha sobre el corazón y, de una forma tranquila y reposada, pregunta tres veces:
"Madre, ¿soy yo el Espíritu?"
Paso 2
A continuación coloca tu mano derecha sobre la parte superior del abdomen, a la altura del estómago, por debajo de las costillas y, desde el corazón, pregunta tres veces:
"Madre: ¿soy yo mi propio maestro?"
Paso 3
Después coloca tu mano derecha en la parte inferior del abdomen, presionando un poco sobre la ingle izquierda, y repite seis veces:
"Madre, por favor, dame el conocimiento de la Verdad"
Paso 4
A continuación coloca de nuevo tu mano derecha sobre la parte superior del abdomen, a la altura del estómago, por debajo de las costillas, haz la siguiente afirmación diez veces:
"Madre, yo soy mi propio maestro"
Paso 5
De nuevo coloca tu mano derecha sobre el corazón y, lleno de confianza y desde lo más profundo de tu interior, afirma unas doce veces:
"Madre, yo soy el espíritu"
Paso 6
Después coloca tu mano derecha en la parte izquierda del cuello y gira la cabeza hacia la derecha. Para limpiar este centro, debe desaparecer todo sentimiento de culpa. Para ello afirmamos unas dieciséis veces:
"Madre, yo no soy culpable de nada"
Paso 7
Ahora coloca tu mano derecha sobre la frente, presionando ligeramente las sienes. Para limpiar este centro debemos perdonar. Desde el interior, y con total sinceridad, repite varias veces:
"Madre, yo perdono a todo el mundo y me perdono a mí mismo"
Paso 8
A continuación, coloca tu mano en la nuca y pide perdón por todos los errores que puedes haber cometido, consciente o inconscientemente. No te sientas culpable. En tu interior repite varias veces:
"Madre, si he cometido algún error en contra de mi espíritu, consciente o inconscientemente, por favor perdóname"
Paso 9
Manteniendo los ojos cerrados, presionamos con la palma en el centro de la cabeza, al tiempo que masajeamos con suavidad el cuero cabelludo girando en el sentido de las agujas del reloj siete veces. Cada vez que gires, pide con humildad:
"Madre, por favor, dame la conexión con el divino"
Paso 10
Ahora, siéntate unos minutos en meditación y disfruta de la paz.
Cuando termines, levanta tu mano derecha unos 10 cm. Por encima de tu cabeza y comprueba si sientes en la palma de la mano una ligera brisa fresca que sale de la fontanela. Ahora cambia la mano derecha por la izquierda y comprueba si también la sientes.
El ejercicio ha terminado.
Que disfruten del Ejercicio
Namasté
LOS CHAKRAS: LA LUZ PURA INTERIOR
Cuando Yogui Bhajan comenzó a enseñar en 1969 e inició sus comentarios sobre los chakras, pidió a sus alumnos que estudiaran todas las referencias sobre los varios símbolos relacionados con los chakras y que se familiarizaran con ellos. Pero les advirtió también que, por ser él mismo un maestro en esas escrituras, sabía por experiencia que tales referencias te hacen dar vueltas y vueltas en círculos, al igual que los chakras mismos. Por eso, para enseñar a sus discípulos a afirmarse siempre en la experiencia directa, al final de cada plática les daba siempre una kriya completa de Kundalini Yoga para equilibrar sus chakras, despertar el Kundalini y fortalecer en ellos los diferentes aspectos del cuerpo, la mente y el Ser.
Somos como un chakra, un círculo o vórtice de energía que penetra varios niveles de existencia. A diferencia de los exploradores externos de la ciencia, que creen en un solo nivel de existencia, los exploradores internos han encontrado, desde el principio de la humanidad, que el Universo es, ontológicamente, en su Esencia misma, de múltiples niveles. Nuestra falta de habilidad para comprender y relacionarnos con ese Universo de múltiples niveles es como el dilema que enfrentan quienes tratan de conciliar la idea de que un fotón puede actuar como una partícula o como una onda, dependiendo de las circunstancias y del modo en que es observado. Para el intelecto es más fácil y más seguro clasificar la luz en uno de los dos conceptos, pero, experimento tras experimento, se ha demostrado que el fotón no es onda ni partícula, que puede ser uno u otro, uno y el otro, ninguno o ambos. Los experimentos de la física en esos niveles nos llevan a una dimensión diferente de la que hemos considerado normal. Sea lo que sea un fotón, puede serlo de muchas formas. Sus fases o niveles de manifestación varían según el observador y las circunstancias de la observación. Su naturaleza individual depende del estado actual de todo el Universo mayor con el cual está conectado. Su esencia real está más allá de nuestros sentidos, pero existe. Nuestra alma o esencia tiene esa misma relación con nuestra mente y con nuestras experiencias cotidianas. Nosotros podemos ser como partículas u ondas, como el hemisferio derecho del cerebro o como el izquierdo, pero en esencia, somos más que esas clasificaciones y somos más de lo que nuestros sentidos pueden captar.
El vórtice de energía que somos contiene subvórtices, centros de energía que cruzan e interconectan los niveles de la existencia. Esos centros pueden considerarse de diferentes maneras. Podrías imaginarlos de una manera terrenal, como ruedas; de una manera acuática, como remolinos de agua; área, como un torbellino de viento, o como filamentos etéreos de lo divino que tocan los instrumentos de los sentidos y preservan las puertas de nuestra vida interna. La aparente separación que percibimos con todo lo que nos rodea está equilibrada por la íntima unidad que compartimos con todo. Ambas afirmaciones son verdaderas y ninguna es completa como un pensamiento acabado. Las prácticas espirituales nos permiten ver esa conexión y nos guían para relacionarnos con todos los niveles de nuestra existencia. Nos ayudan a no sentirnos fatalmente atraídos, como si estuviéramos en trance permanente, hacia las dimensiones inferiores de lo que es ser un ser humano. Los sentidos son atractivos. El impulso o fuerza de manifestarse, reproducirse y sentir es universal. Es una fuerza irresistible llamada maya. Un velo que hipnotiza y crea una ilusión de realidad falsa. El flujo opuesto es la transcendencia, la iluminación, la fuerza Kundalini de la conciencia.
Sanación Psíquica
El cerebro humano es una poderosa herramienta.
Así lo asegura Enrique de Vicente en su nuevo libro Los poderes ocultos de la mente, en el cual se exponen diversas investigaciones que demuestran cómo incluso sirve para curar. Por qué la gente acude a los curanderos?
Hoy, pese a sus gloriosos triunfos sobre la muerte y a sus avances continuos, la reputación intocable de la medicina oficial ha comenzado a cuestionarse.
Por un lado, ésta parece cada vez más deshumanizada, masificada, tecnificada y especializada.
Por otro, las propias autoridades sanitarias reconocen que un tercio de los problemas a los que se enfrentan son consecuencia de las actuaciones médicas o del uso de tratamientos agresivos.
Esto se debe al empeño de dividir al paciente en "pedacitos”, según las diversas especialidades, en lugar de considerarle como una unidad orgánica cuyas distintas funciones están perfectamente interrelacionadas.
Sin embargo, mientras la medicina parece haber olvidado la unidad psicofísica del enfermo y perdido la calidez humana que caracterizaba a los antiguos médicos de familia, los curanderos suplen esa carencia emocional existente en las relaciones médico-paciente.
Si bien el número creciente de enfermos a los que tienen que atender muchos sanadores amenaza con deteriorar este trato personalizado, los antropólogos reconocen que estos individuos aún conservan el prestigio mágico que caracteriza a los chamanes, tanto mayor cuanto más inculto y primitivo es el público que acude a ellos.
Cuanto menos, son los "catalizadores” de profundos mecanismos de autocuración que pueden acelerar un proceso psicosomático que permite recuperarse al enfermo.
¿Cómo distinguir a un buen sanador? Desde luego, no faltan los embaucadores y megalómanos. Pero es muy difícil distinguirlos de los honestos y equilibrados, ya que su carisma personal o sus buenas artes frecuentemente atraen hasta ellos a multitud de fieles incondicionales.
Se diferencian de los "auténticos”, entre otras cosas porque suelen cobrar tarifas exageradas, prolongar excesivamente sus tratamientos, mostrar gran propensión a buscar publicidad, rodearse de una atmósfera mágica y atribuirse cualidades sobrenaturales o títulos extravagantes, añadidos que resultan innecesarios para los buenos sanadores.
Aunque también es cierto que la mesura y el sentido común no son cualidades que abunden en este gremio, por lo cual ninguna de las citadas características excluye que pueda tratarse de un curandero eficaz.
Un "buen” sanador es consciente de sus limitaciones, altibajos y de los numerosos factores que influyen en el proceso de la curación; no se considera infalible ni todopoderoso, por lo que no pretende curar todo tipo de enfermedades ni a todas las personas que acuden a él; no necesita recurrir a medicamentos ni rituales extravagantes; y, ante todo, debe dar muestras de amor y entrega.
¿Acaso no es pedir demasiado? ¿Qué enfermedades son capaces de "curar”? La mayoría de los científicos que han estudiado este fenómeno con objetividad están convencidos de que curan realmente las dolencias imaginarias, neuróticas o las de carácter psicosomático, asegurando que se trata de desordenes funcionales e incluyen hoy entre aquellas las tres cuartas partes de los trastornos de la salud, sosteniendo que tienen su raíz en conflictos emocionales, en el estrés, la ansiedad o la depresión, algo hacia lo que apuntan diversas investigaciones.
Hay quienes piensan que si la mayor parte de las perturbaciones físicas son consecuencia de un malestar emocional, para recuperar la salud basta con cambiar la actitud ante la vida.
Otros estudiosos del tema prefieren hablar de sugestión, fe y deseo de ser curado.
Ejemplos de hasta qué punto la sugestión es capaz de activar la capacidad autocurativa de nuestro organismo, son algunas asombrosas curaciones logradas mediante hipnosis o a través del efecto placebo.
El importante papel jugado por la autosugestión en este proceso es descubierto en los años veinte por Émile Coué.
Al comprobar que algunos enfermos se recuperan tras tomar un nuevo medicamento que resulta ser sólo agua coloreada, este químico se dedica a estudiar la hipnoterapia y comprende que la clave está en activar adecuadamente la imaginación del paciente.
Sus ideas se sintetizan en una mantra o conjuro psicológico para atraer la salud y el bienestar que le hizo famoso: "Todos los días, en todos los sentidos, me siento mejor y mejor”.
Cuánto tiene que ver con este poder autosanador de nuestro psiquismo, capaz de activar nuestras endorfinas para aliviar el dolor o de lograr que nuestro sistema inmunitario combata eficazmente la enfermedad, es hoy objeto de estudio de una nueva ciencia: la psico-inmuno-neurología.
¿Hay casos que desafían las interpretaciones sugestológicas? Se conocen algunas curaciones "instantáneas” que implicaban reconstrucciones de tejidos o regeneración parcial de órganos, y que no fueron seguidas de convalecencia ni recaída.
Diversas evidencias –desde las aportadas por el biofeedback hasta las asombrosas remisiones de procesos cancerígenos terminales en pacientes que mostraron grandes deseos de vivir– parecen indicar que existe en el ser humano una asombrosa capacidad autocurativa y regenerativa, similar a la de muchos animales.
El sanador podría activarla en algunos casos, al igual que el propio paciente.
De hecho, las investigaciones realizadas por los profesores Heiss, Moser y Van Lennep, indican que las curaciones psíquicas suelen producirse cuando existen profundas afinidades psicológicas entre sanador y paciente.
Lo extremadamente difícil que resulta confirmar si una curación se debe a causas ajenas a nuestro entendimiento queda ilustrado por la investigación que el psiquiatra y parapsicólogo D. J. West ha realizado sobre once de los mejores casos de sanación en el santuario de Lourdes, que han sido autentificados como milagrosos por la Iglesia, después de ser cuidadosamente verificados por las autoridades médicas.
Tras un análisis crítico de los mismos, demuestra que en ninguno de éstos –cuya naturaleza extraordinaria apoyan muchos médicos– se posee información suficiente sobre la situación exacta de los enfermos antes y después de la curación, ni evidencias científicas suficientes de que se trataba de enfermedades auténticamente orgánicas y que justifiquen su carácter prodigioso.
¿Está científicamente demostrado el efecto curativo de las manos? Las curaciones de niños pequeños y de animales logradas por sanadores difícilmente pueden atribuirse a la sugestión.
Pero el bioquímico canadiense Bernard Grad decide ir más lejos. Él comienza sus experimentos sobre la capacidad curativa de las manos humanas pidiendo a varios estudiantes que impongan éstas a un grupo de ratas a las que ha provocado incisiones cutáneas similares. Y descubre que los tejidos de estos animalitos se regeneran antes que los de otras ratas sobre las que no se ejerce influencia alguna. Animado por estos resultados, pide a dos jóvenes, uno de naturaleza alegre y otro deprimido, que sostengan entre sus manos dos recipientes de agua común. Utiliza luego cada uno de estos para regar dos plantas.
La nutrida con el agua "depresiva” enferma, mientras que la irrigada con el otro líquido crece más rápidamente que otras rociadas con idénticas cantidades de agua corriente. Repite esta prueba varias veces, observando resultados similares. Las críticas que recibe de sus colegas cuando publica los resultados de sus investigaciones no logran desanimarle. Por el contrario, emprende una larga serie de experiencias con plantas y animales, con la colaboración del fisiólogo R. J. Cadoret y el matemático G. I. Paul. Para ello cuenta con diversos voluntarios, entre los que destaca el sanador Oskar Estebany, un coronel jubilado de la caballería húngara que ha curado a miles de personas que padecían las más diversas enfermedades, muchas de ellas desahuciadas por los médicos. Repiten con él la anterior experiencia, valiéndose de cuarenta y ocho ratones de idéntica edad y raza. Cortan un trozo de piel de sus lomos, calcan sus heridas en papel y los reparten en tres jaulas. Confían la primera a Estebany, a quien piden que la sostenga con una mano mientras pone la otra sobre la misma durante quince minutos, sin tocarla, dos veces al día.
El grupo encerrado en la segunda jaula recibe el calor equivalente al emitido por las manos de Estebany, por medios artificiales. Abandonan el tercero a su suerte, para que sirva como grupo de control.
Al cabo de dos semanas, los investigadores comprueban que las heridas de los roedores tratados por las manos del curandero se han reducido considerablemente en comparación con los otros grupos, y hay menos de una probabilidad entre mil de que tales diferencias se deban al azar.
Durante una conferencia pronunciada por Grad, la bioquímica Justa Smith le desafía, argumentando que si las manos de Estebany tienen semejante capacidad, deben ejercer una influencia sobre la actividad enzimático humana. Basa esta suposición en que la causa física de cualquier enfermedad es una deficiencia situada en el nivel de las enzimas, moléculas proteínicas producidas por las células que catalizan las reacciones bioquímicas relacionadas con numerosas actividades vitales. Por ello, la curación psíquica debería producirse en este nivel, acelerando las reacciones químicas de algunas enzimas celulares y retrasando las de otras. Después de que la actitud colaboradora de Grad y Estebany hagan mella en su escepticismo inicial, esta monja franciscana consigue una beca para realizar sus investigaciones. ¿Actúan los sanadores sobre las enzimas del organismo? La Dra. Smith vierte en tubos de ensayo herméticamente cerrados disoluciones de tripsina, una enzima que produce el páncreas. Pide entonces al sanador que coloque sus manos sobre uno de estos recipientes. Comprueba así que –efectivamente– las reacciones de las cadenas enzimáticas tratadas por este procedimiento se aceleran, en comparación con las de los recipientes que no han sido tocados por Estebany.
Grad le recuerda que los sanadores no tratan precisamente a personas sanas, por lo que le sugiere dañar la estructura molecular de la tripsina. Para ello, Smith la expone a una irradiación ultravioleta, antes de someterla a las manos del curandero. Mediante análisis espectrofotométricos comprueba que aquellas son capaces de restablecer la estructura molecular de las enzimas dañadas. Cuando analizan los complejos resultados del experimento, observan que el efecto de las manos de Estebany sobre la tripsina es similar al observado en la contenida en tubos sometidos a un potente campo magnético –de 13.000 gauss–, sin que resulte posible detectar que el sanador emita un campo magnético o cualquier otra fuerza física conocida.
¿Qué misteriosa inteligencia se esconde en la energía curativa? Sucesivos ensayos realizados por Smith con distintos curanderos confirman estos resultados.
Lo más asombroso es que ninguno de ellos conoce previamente el tipo de enzimas sobre las que trabaja, ni si resulta adecuado acelerar o retrasar las reacciones químicas de las mismas, y sin embargo todos producen en cada caso los efectos más adecuados para el equilibrio orgánico.
La Dra. Smith deduce de esto que "la energía curativa implicada en este proceso es selectiva en sus efectos sobre las reacciones específicas del cuerpo”.
Opina que la enfermedad es el resultado de una mala adaptación del organismo al medio ambiente, adaptación que es mejorada por la acción de los sanadores, quienes parecen crear las circunstancias propicias para que el cuerpo active sus mecanismos de autocuración.
Estas experiencias sugieren que existe una misteriosa interconexión o intercambio de información entre las manos de algunos curanderos y las sustancias tratadas, algo no atribuible a ningún factor de tipo sugestivo-psicosomático. ¿Cuáles son los efectos de la sanación a distancia? Para comprobar la efectividad de la misma, el Dr. Robert Millar ha trabajado con el ya fallecido ingeniero Ambrose Worral y su esposa Olga, doctora en filosofía.
Éstos afirman haber descubierto sus dones de videncia y curación durante su infancia, mucho antes de conocerse, y son muy apreciados por médicos e investigadores debido a su actitud abierta y desmitificadora.
Mediante sus "oraciones”, consistentes en visualizar aquello que intentan conseguir, durante una sola noche los Worrall aceleran en un 800% la velocidad de crecimiento de una semilla de césped situada a mil kilómetros de su casa. Los doctores Norman Shealy y Elmer Green piden a la señora Worrall que se concentre durante cinco minutos sobre cada uno de los doce pacientes afectados por dolores crónicos, a los que sitúan en otra habitación. Van conectándolos a un monitor fisiológico, sin informales del objeto de la experiencia. Observan así en cuatro de los enfermos una respuesta fisiológica que se manifiesta mediante modificaciones de sus ondas cerebrales, de los ritmos cardíaco y respiratorio y de la temperatura y conductividad eléctrica de la piel.
Dos días después de la experiencia, uno de los voluntarios que había soportado intensos dolores durante veintisiete años, comienza a mejorar considerablemente y no vuelve a padecerlos.
Otro, cuyos sufrimientos no habían logrado ser atajados por sucesivas operaciones, logra liberarse de los mismos durante la semana posterior a la prueba.
¿Es posible aprender las técnicas de sanación? La técnica que cuenta con mayor número de practicantes y reconocimiento internacional es la desarrollada por la Dra. Dolores Krieger.
Todo comienza cuando ésta descubre un aumento considerable en los niveles de hemoglobina y del contenido de oxígeno en los glóbulos rojos de diecinueve personas tratadas por Estebany, al compararlos con los de otros pacientes que no han recibido tratamiento similar.
Esto le recuerda que los hindúes atribuyen las enfermedades a una ausencia de prana, esa energía universal de la que nos nutrimos mediante la respiración y que los sanadores serían capaces de canalizar.
Krieger sospecha que todos podemos curar mediante la imposición de manos, y que esta práctica puede contribuir a que las enfermeras recuperen algo de calor humano del que le ha desprovisto la racionalización de su trabajo.
Aprende a sentir distintos tipos de respuesta en los pacientes sobre los que impone sus manos y a establecer una comunicación intensa con ellos.
Sintetizando toda su experiencia, desarrolla un método propio, el toque terapéutico (TT), que durante los últimos veinte años ha venido enseñándose en más de ochenta centros universitarios norteamericanos y en otros setenta países.
Comienza a entrenar en esta técnica a las enfermeras y posteriormente a todo tipo de profesionales sanitarios y demás interesados.
Para muchos de ellos, el TT se ha convertido en un eficaz auxiliar en el tratamiento de las más diversas dolencias y trastornos. Krieger sostiene que todos podemos aprender a sentir la energía propia y ajena, a recogerla en los distintos centros vitales de nuestro cuerpo –o chakras– y a transmitirla a otros.
Para ello basta con juntar y separar lentamente las manos varias veces, sin que éstas se toquen y hasta una distancia que aumentará progresivamente de cinco a veinte centímetros, hasta familiarizarnos con la presión de nuestro campo energético.
Luego basta con relajarse, concentrarse y mover lentamente las manos en torno al cuerpo del paciente, a unos cinco centímetros de distancia del mismo, buscando sensaciones distintas –de calor, frío, pulsaciones u otras– que nos indiquen los lugares donde está bloqueada la energía.
Se colocan entonces sobre esta zona para descongestionarla y luego se envía energía hacia la misma.
Sin embargo, cuanto hasta aquí hemos expuesto ilustra suficientemente un hecho: la posibilidad de utilizar los poderes de nuestra mente para poner en marcha los procesos autocurativos del cuerpo –propio y ajeno– están teóricamente al alcance de todos. Depende básicamente de nuestra fe, deseo de curar y estado psíquico.
Claro está que, como ocurre con cualquier otra potencialidad humana, algunos nacen con una mayor predisposición para ejercer la sanación, mientras todos podemos desarrollarla, en mayor o menor medida. Todos podemos curar.
Autor del Articulo: Enrique de Vicente
Compartido por Leticia Lucero