UNA PERSPECTIVA Y APROXIMACIÓN CHAMÁNICA PARA MEJORAR EL BIENESTAR FÍSICO, LA CLARIDAD MENTAL Y EL EQUILIBRIO EMOCIONAL.
Este artículo fue escrito para compartir contigo una profunda práctica energética que he estado aplicando en mi propia experiencia. La estoy compartiendo por que sus consecuencias son inmediatas, profundas y liberadoras. Es simple y como la mayoría de las prácticas reales del cuerpo emocional, implica un no-hacer. Aplicarla, lo cual es tan fácil como sencilla es la tećnica, requiere únicamente consciencia. Se perciben cambios inmediatos , y se inician profundas transformaciones en unas semanas a traves de un ejercicico que se llamaTE VEO
Hay una cosa que nos pasa a todos, que ha pasado a ser parte de nuestras vidas, y que por momentos nos vuelve locos. Habitualmente comienza con un aparente disparador externo. Otras veces, parece llegar hacia nosotros, entrar en nuestro campo de experiencia, salido de ningún lugar. Generalmente se cuela dentro de nuestra experiencia como un patrón particular de pensamiento que nos persuade a entrar en un comportamiento reactivo. Este patrón de pensamiento siempre está en la resonancia de la prepotencia. Se repite una y otra vez en nuestro cuerpo mental hasta que, hipnotizados, actuamos por ello. Para cuando ya llevamos a cabo las acciones que provoca, nos sentimos justificados, convencidos y pasionales sobre estar haciendo lo que es justo. Este torrente hipnótico de pensamientos es poderosamente persuasivo.Sin embargo, ya habiendo entrado en la reactividad sugerida, inevitablemente deseamos no haberlo hecho. La dosis emocional que recibimos de nuestro comportamiento reactivo, aunque inicialmente nos da una ola que nos levanta, inevitablemente se apaga, dejándonos un tanto desconcertados, como si estuviesemos despertando de un estado de trance. Cuando despertamos a lo que hemos hecho, a las circumstancias que hemos activado a través de nuestra prepotencia, nos sentimos sumamente incómodos. Nuestro comportamiento reactivo tambien revuelve la olla; invariablemente lleva a otros a una innecesaria alteración emocional. Sólo cuando ocurre esta creciente resonancia de alterar a otros nos damos cuenta de que hemos actuado como si estuviesemos bajo un hechizo.
Sabes exactamente a qué me refiero, no? Lo sabes, porque a menudo te pasa a ti. Pasa lo suficientemente a menudo para que esta experiencia se haya convertido en parte de quien percibes que eres. Te has identificado con ella. Sin embargo, esto no eres tu. Este artículo contiene una idea simple que te demuestra esto experiencialmente. Además, te brinda el poder de liberarte a ti mismo de esta adversidad. No hay nada malo en ti, pero hay un punto ciego energético en tu consciencia que te vuelve vulnerable a algo. La intención de este artículo es proveerte de las herramientas e interiorizaciones que te dan el poder para integrar estas adversidades.
La experiencia de ser disparado hacia un comportamiento reactivo y conducido por las emociones, a través de una forma de pensamiento repetitiva e hipnótica, es un encuentro con entidades energéticas parasitarias. La diferencia entre un mensajero y un parásito es esta: Un mensajero nos refleja heridas emocionales que no hemos sanado, de manera tal que tengamos la oportunidad de integrarlas, mientras que un parásito se alimenta astutamente de ellas, utilizándolas como un medio para manipular la condición de nuestro campo emocional.
Si, lo sé, esto puede sonar espeluznante, pero en la mayoría de los casos no es más espeluznante que la presencia de pulgas en un perro. Como un animal que ha tenido pulgas por un largo tiempo, ni siquiera percibimos la presencia de parásitos energéticos en nuestro campo. Inicialmente, solo podemos verlos observando el impacto de su presencia, y, hasta que no podamos verlos, seremos inconscientes proveedores de su requerida nutrición.
El llevar parásitos de cualquier naturaleza disminuye la salud y el bienestar físico, nubla nuestros procesos mentales y exacerba nuestro desequilibrio emocional. Todos nosotros hemos sido víctimas de parásitos energéticos desde nuestra niñez, y es por ello que identificamos equivocadamente el impacto de su ocupación en nuestro campo energético. Como un perro con pulgas, nos rascamos y rascamos y tomamos el rascarnos como parte de nuestra experiencia de vida. Y también, como los perros, no podemos ver las pulgas que causan la picazón, con lo cual, no podemos sino rascarnos. Algunas veces estas pulgas son más serias; a veces son garrapatas que no solo nos drenan de nuestra fuerza de vida, sino que además acarrean y esparcen enfermedades debilitantes.
Esta actividad parasitaria toma lugar energéticamente, dentro de nuestro campo de energía en movimiento; dentro de nuestro campo emocional. Tal como las emociones son invisibles al ojo físico y no pueden ser percibidas sino a través de sus expresiones exteriorizadas visiblemente en el mundo, o bien a través de nuestra sensopercepción de las mismas, también son los parásitos energéticos invisibles a nosotros. De la misma manera, ellos pueden ser únicamente percibidos a través de la sensopercepción y a través del impacto visible que su presencia está teniendo en nuestra experiencia global física, mental y emocional.
Sólo por que no podamos ver algo no significa que no está.
Afortunadamente, es fácil y sencillo sacarnos energéticamente a nosotros mismos las pulgas y garrapatas. Además, si la adversidad de ser huespedes de entidades parasitarias en nuestro campo energético suena poco probable, al practicar el procedimiento compartido en este artículo y luego ver el impacto que tiene en nuestra experiencia global, sabremos sin duda alguna que algo que previamente percibimos como una parte de nosotros se ha ido. Entonces, podremos decidir sobre que era lo que nos hacía mecánicamente rascar sobre ciertos padecimientos particulares en nuestra experiencia de vida.
Si no encuentras aceptable la idea de parásitos energéticos, entonces esta es mi invitación para ti: manten una mente abierta y suspende por ahora tus creencias, ya que tienes mucho más que ganar al eliminar estos parásitos de tu sistema energético que yo al convencerte de que existen.
La manera en la cual estas entidades parasitarias funcionan es aprovechándose de nuestras improntas emocionales no integradas. Se aprovechan de nuestras heridas energéticas; la existencia de condiciones emocionales no integradas dentro de nuestro campo energético. Por ejemplo, si de niño tengo una experiencia de abuso, esta impronta energética, que está compuesta por una conminación de miedo, enojo y dolor, permanece sin ser integrada hasta que conscientemente tomo consciencia de ella y poseo las herramientas perceptivas para transformarla. Mientras esta condición permanezca sin ser integrada, es una herida energética enconada que puede ser aprovechada por cualquier cosa que posea la capacidad de percibirla dentro de mi campo energético.
Cuando soy disparado de manera tal que se me recuerda el evento inicial de abuso de mi niñez, automáticamente libero una carga emocional reactiva. Esta carga emocional pasa entonces a estar disponible como una comida energética. En otras palabras, si una inteligencia cuyo sustento es la sopa emocional de miedo, enojo y dolor, percibe esta condición no integrada dentro de mi cuerpo emocional, puede habilidosamente manipularme y atormentarme de manera tal que recuerde el abuso en mi niñez y me perturbe emocionalmente.
Por lo tanto, no crea una herida dentro mio, sino que parasitariamente acosa una herida que aún no ha sanado. Luego, se alimenta de la energía irradiada por la perturbación emocional. Cuando sea que está hambrienta, utiliza habilidosamente esta condición no integrada dentro de mi cuerpo emocional como palanca para dispararme hacia proveerle comida. No solo esto, sino que además puede utilizar esta cicatriz emocional como palanca para persuadirme a entrar en estados aparentemente justificados de comportamiento reactivo hacia otros. Los consecuentes estados emocionales que surgen en aquellos otros a quienes yo provoco, se convierten en manjares agregados al festín. Y el rascarse es esto:
Mientras que la impronta de miedo, enojo y dolor que hay en mi cuerpo emocional que fue causada en mi niñez, permanezca sin ser integrada, soy una batería orgánica conteniendo una carga energética latente que puede ser repetidamente disparada a proveer una fuente ilimitada de sustento energético para aquellos seres que se alimentan de emociones negativas.
Todo lo que el parásito energético debe hacer es esperar pacientemente en las afueras de mi campo energético hasta que el mismo se vea comprometido y/o vulnerable. Entonces, ataca. Hay un numero de formas en las cuales mi campo energético puede verse comprometido y/o vulnerable:
Por el comportamiento reactivo de otros hacia mi (una experiencia de mensajero).
Por sentirme depre y, por ende, emocionalmente vulnerable.
Por sentirme muy arriba y, por ende, con poco discernimiento emocional.
Por estar agotado físicamente o sobre-estresado.
Por no obtener suficientes horas de sueño.
Por una exposición constante a los medios que generan en mi, miedo, odio o dolor. Por tener, con otros, encuentros que están enfocados en el miedo, odio o dolor.
Por ingerir cualquier sustancia que manipule artificialmente mi campo energético, como la marihuana, el alcohol, el tabaco y todo químico que altere la mente.
En los momentos cuando estoy despertando de una noche de sueño o de una siesta vespertina y aun no me encuentro completamente consciente.
El parásito energético observa mi cuerpo energético como un lobo entre los arbustos acechando a un rebaño de ciervos. En el momento en que mi campo energético se vuelve vulnerable, lo único que tiene que hacer es lanzarme un anzuelo, y esto lo logra:
Contándome un cuento en lo que parece ser el sonido de mi propia voz interna.
Construyendo el cuento para que deliberadamente jale emocionalmente de una impronta de una instancia particular de mi niñez que aun permanece sin ser integrada.
Por ejemplo, si en la niñez sufrió abuso por parte de un hombre, la historia podrá tener relación a algo como lo terrible que son todos los hombres, o como un hombre en particular aparenta estar aprovechándose de mi, o como un hombre en particular me está tomando por sentado. La historia insinua que es hora de que haga algo, de pararme y hacerme valer! y que tengo todo el derecho de hacerlo!. El momento en el que acepto la historia es el momento que muerdo el anzuelo, y, en ese momento, paso a que me tenga agarrado. Luego, yo me uno y voluntariamente tomo las riendas del contar el cuento. Una vez asumido el rol del cuentista, el parásito energético se acomoda en mi campo en energético, espera y observa, como alguien que acaba de colocar una trampa para ratones.
La historia nunca es real y no tiene absolutamente ningún fundamento ; sin embargo, es profundamente convincente. Es convincente porque habilidosamente moviliza emociones asociadas. Debido a que el odio es la condición emocional disfuncional con mayores posibilidades de iniciar proyecciones exteriores de comportamiento reactivo, el foco de la historia suele tener una resonancia de venganza justificada por el propio derecho. Eventualmente, como un jurado hipnotizado por un brillante abogado, esta historia hipnótica y emocionalmente manipulativa nos hace accionar; nos lanzamos hacia un encuentro de comportamiento reactivo cuya supuesta intención es el darnos el poder de hacernos valer y ser escuchados.
Es solo cuando ya hemos reaccionado de esta manera que el hechizo hipnótico se empieza a deshacer y se comienza a revelar el vacío y la falsedad de su ilusión. Lo que nos frustra tan profundamente es que esta secuencia de eventos sucede una y otra vez, y que cada vez que compramos la historia siempre descubrimos lo mismo: que nuestra historia no era cierta y que nuestro comportamiento reactivo fue inapropiado y carente de fundamento. Cada vez que esto sucede nos perpleja como siempre caemos en la misma estúpida trampa; es como si momentaneamente deslizáramos fuera de nuestra consciencia, solo para despertarnos luego del hecho.
El motivo por el cual siempre nos agarra con las guardias bajas y somos llevados a este paseo inconsciente y reactivo se divide en dos:
Primero, la emoción no integrada que este cuento deliberadamente utiliza como disparador es inconsciente para nosotros, entonces, cuando nuestro foco es llevado hacia allá, entramos en una resonancia o terreno de inconsciencia.
Segundo, la presencia de este parásito energético y la astuta manera en la cual nos manipula permanece invisible a nosotros mientras no poseamos la sensopercepción también llamada consciencia del cuerpo emocional.
Veamos más de cerca lo que estos parásitos energéticos son:
Has visto fotografías de los peces suckerfish adheridos a ballenas y tiburones? Energéticamente, así es como se ven; se adhieren y alimentan del campo energético de cualquier ser que contenga las condiciones disfuncionales no integradas que conceptualmente llamamos miedo, odio y dolor. Son creados de y por miedo, odio y dolor, y, por consecuente, para continuar viviendo, deben alimentarse en la resonancia de aquello que los creo; miedo, odio y dolor. No poseen cuerpos emocionales propios, por lo que tienen que poseer el nuestro para continuar existiendo. Únicamente pueden acosarnos invisiblemente mientras tanto la consciencia de nuestro cuerpo emocional está disminuida; una condición de la cual somos partícipes de sostener mientras tanto continuemos suprimiendo las improntas de miedo, odio y dolor, generadas en nuestra niñez, que se encuentran en nuestro campo emocional.
En resumen, hasta que no limpiemos y consecuentemente recuperemos el equilibrio de nuestro cuerpo emocional, nos mantendremos vulnerables a ser huespedes de parásitos energéticos. Afortunadamente, como expresé al principio de este artículo, hay una sencilla práctica que, al ser ejercida sistemáticamente, no solo limpia nuestro campo energético de estos parásitos, sino que nos da el poder de ser no atractivos como fuente de comida. Al limpiar la distorsión parasitaria interfiriente de nuestro campo energético, esta práctica también nos permite acelerar nuestra limpieza emocional global.
LA PRÁCTICA TE VEO
Esta práctica puede ser ejercida en cualquier momento, en cualquier lugar y bajo cualquier circumstancia. Su poder yace en su continuidad. Está compuesta por tres pasos sencillos y carentes de esfuerzo:
DETENER. El lugar más fácil para que podamos atrapar a la entidad energética es en el contar del cuento : El momento en el cual notamos que estamos comenzando a contar un cuento sobre como alguien nos está haciendo una injusticia y como deberiamos ponerle en claro una o dos cosas, debemos inmediatamente parar de contar el cuento. Sin importar que tan convincente sea el cuento, sin importar cuanto la evidencia presentada nos coloque en un lugar de estar justificados en sentirnos moralmente habilitados para tomar acción, debemos detener el contar del cuento. Cualquier historia que nos persuada a entrar en un comportamiento reactivo entra dentro de esta categoria.
VER. Debemos inmediatamente enfocar nuestra atención en la sensación o presencia incómoda que subyace al cuento. No gastes ni siquiera un instante intentando descifrar cual es la identidad de la emoción disfuncional. Simplemente utilizamos nuestra consciencia, nuestra atención interna y sensopercepción para observar directamente su presencia dentro de nuestro campo. Lo observamos a través de sentirlo. Es fácil de ver, ya que es la sensación incómoda subyacente al cuento que está siendo contado. Simplemente, observa esta sensación.
DIRIGIRSE: Entonces, decimos: Te Veo. Utiliza exactamente estas palabras. Si estamos entre otras personas cuando nos sentimos comprometidos energéticamente, decimos estas palabras silenciosamente, hacia nuestro interior, pero de manera firme. Cuando estamos solos, decimos estas palabras en voz alta, utilizamos la palabra hablada. Decimos estas palabras sin reactividad, con ninguna carga negativa. Nos dirigimos al parásito energético como un hecho.
"Te veo."
Lo que inmediatamente notamos es que en el momento en el cual nos dirigimos a esta presencia subyacente de esta manera directa, el cuento se detiene completamente y la sensación subyacente se congela. Luego, es expulsada fuera de nuestra conciencia. En ocasiones, el parásito energético puede intentar aferrarse, completamente desconcertado de que lo podemos ver con nuestra consciencia y de que efectivamente nos estamos dirigiendo hacia él con nuestra atención. Si se aferra, continuamos observándolo y repetimos las palabras, te veo. Estas entidades energéticas solo poseen poder en el no ser vistas por nosotros. Son como ladrones que hurtan dentro de una casa, creyendo que está completamente vacía. Si hay un ladrón en nuestra casa, ocupado hurtando cosas y le decimos desde otro cuarto te veo, se sobresalta y huye. En el momento en el cual el intruso parasitario es vuelto visible, se acaba el juego.
Inicialmente, estas entidades energéticas continuan volviendo y probando su suerte, ya que durante un largo, largo tiempo hemos sido sus ignorantes fuentes de alimento. Esto es por lo cual la continuidad de esta práctica es imperativa. Cuando sea que ataquen, debemos atraparlos en el contar del cuento antes de ser inducidos a creerlo. Debemos evitar tomar el rol del cuentista y ser tan hipnotizados por el cuento, de manera tal que nos lleve a accionar de manera reactiva. La práctica de detener el cuento lleva rápidamente a una revelación:
Descubrimos, con ojos verdaderos, que el cuentista inicial, que por un largo tiempo hemos asumido como nuestra propia voz interna, es la voz de un impostor. Descubrimos con ojos verdaderos que el instigante cuentista es una voz vacía poseedora de una resonancia carente de emociones, clínica y casi mecánica. Únicamente nos engaña a creerle porque:
Imita la manera en la cual nos hablamos a nosotros mismos.
Utiliza el mismo vocabulario y manierismos que nosotros.
El contenido del cuento está intencionalmente asociado con una condición emocional no integrada en nuestro campo, de manera que cause una poderosa resonancia con la cual nos identificamos.
Al pasar los días , notamos cambios discernibles en nuestra energía.Al pasar semanas de aplicarconsistentemente la práctica Te Veo, nos liberamos de la mayoría de esta interferencia energética y obtenemos un creciente sentido de bien-estar físico, claridad mental y equilibrio emocional. Esto, a su vez, nos asiste para aplicar un mayor foco y tener más impacto en la tarea a realizar:
Integrar las improntas disfuncionales de nuestro cuerpo emocional que nos vuelven vulnerables a ataques parasitarios en primer lugar.
La técnica Te Veo no es nueva. Por siglos ha sido ejercida (N. del T., wield se puede traducir tanto como ejercida como empujada) por chamanes alrededor de todo el mundo como medio de liberación de las adversidades vulnerabilizantes que enfrentan todos los seres humanos con improntas emocionales. Desde una perspectiva chamánica, esta práctica tiene tres partes distintivas:
Acechar: Esto es cuando empujamos nuestra consciencia a través de la sensopercepción para prestar cuidadosa atención a cuando y cómo estas entidades atacan; nos acechamos a nosotros mismos y a la entidad parasitaria, tomando nota de las condiciones precisas en las cuales somos susceptibles a estos hurtos energéticos. Cual es la condición en nuestro campo energético personal que nos vuelve vulnerables? En qué momentos del día y de la noche y en qué estado del ser nos encontramos cuando somos atacados? El acto de acecharnos no solo nos despierta a la amplia gama de condiciones que nos llevan a la vulnerabilidad, sino que además nos brinda interiorizaciones sobre la personalidad del predador.
Cazar poder: Este es el aspecto Te Veo de la práctica. La aproximación consistente en observar con consciencia da vuelta el juego con las entidades parasitarias; les extraemos su poder sobre nosotros: su asumida invisibilidad. Ahora nosotros los cazamos a ellos a través de interiormente o exteriormente reconocer su presencia dentro de nuestro campo energético. En el momento en que aplicamos esta herramienta de interiorización, nos volvemos cada vez menos vulnerables a sus tácticas de hacerse pasar por nosotros y su incitación emocional.
Recolectar conocimiento: Al exitosamente tomar consciencia de estas entidades parasitarias, y al dar los pasos para volvernos impenetrables, obtenemos poderosos conocimientos experienciales sobre los mecanismos de nuestro propio sistema energético. Entonces, aprendemos a manejar nuestro sistema energético responsablemente. Simultaneamente, esto despierta la consciencia del cuerpo emocional y la interiorización. Bajo esta luz, estas presencias energéticas son transformadas de parásitos a aliados; en lugar de alimentarse de nosotros, las utilizamos como un medio para conducirnos hacia una mayor consciencia.
Eventualmente, a través de la herramienta de la sensopercepción del cuerpo emocional, nos volvemos tan precisos en nuestras observaciones energéticas que podemos entrar a un cuarto lleno de personas y ver la presencia de estas entidades alrededor de otros. Esta consciencia inmediatamente causa a estas entidades a alejarse de nosotros, y también a, inmediatamente desprenderse de aquellos en nuestra proximidad de los cuales se están intentando alimentar. Esto nos da el poder de tomar otro paso crucial hacia convertirnos en la Paz que buscamos manifestar en el mundo.
No seas un devoto del miedo.
No seas un devoto del odio.
No seas un devoto del sufrimiento. Sé la interiorización del Amor.